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Matutina del 31 de Julio del 2011.

VICTORIA FINAL
Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra. Filipenses 2:10.

Llovía en San Pablo, la noche en que un avión de la línea TAM se salió de la pista, en el momento del aterrizaje; atravesó la avenida Rubem Berta y se estrelló contra las construcciones del otro lado.

En el trágico accidente, murieron casi cien personas.

Me llamó la atención la reacción del familiar de una de las víctimas: “¡Dios no existe!

¡No puede existir, si permite una cosa de estas!”, decía a gritos delante de las cámaras de televisión.

La gente herida reacciona de este modo ante el sufrimiento; es una manera muy humana de enfrentar el dolor.

Sin embargo, en ese momento el enemigo debió haber soltado una carcajada, en la inmensidad del universo, pensando que había ganado la batalla.

Él provocó el dolor, y quien llevó la maldición fue Dios. Siempre fue así.

Todo lo que te hace sufrir y abre impiadosamente las heridas de tu corazón, es provocado por el enemigo.

Su propósito es hacerte volver en contra de Dios. Así fue con Job.

Su historia contiene la teología del dolor. El enemigo le quitó todo y lo dejó en la peor situación, enfermo de sarna desde los cabellos hasta los pies. La propia esposa le dijo: “Maldice a Dios y muérete”.

Pocos seres humanos llegaron a las profundidades del sufrimiento como Job.

El relato es explícito al mostrar que el diablo provocó todo esto, con la intención de que Job pensase que el dolor provenía de Dios.

La obsesión del enemigo es “probar” que Dios es injusto, duro y cruel con sus criaturas.

Y, sin importar el método que tenga que usar para alcanzar sus objetivos, los usará.

Sin embargo, el texto de hoy afirma que llegará un día en que toda rodilla se doblará, reconociendo que Dios tenía razón y que las acusaciones del enemigo eran falsas.

Mientras ese día no llega, deposita toda tu confianza en Dios. No permitas que las ondas agitadas del mar de esta vida hagan vacilar tu fe.

Busca a Jesús todos los días, convive con él cada instante, cuéntale tus tristezas y dificultades. Y permite que él enjugue tus lágrimas.

Un día, entonces, junto con los redimidos de todos los tiempos, levantarás las manos hacia el cielo, para recibir a tu Salvador.

Y ese día verás: “que en el nombre de Jesús se dobla toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra”. Filipenses 2:10.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 30 de Julio del 2011.

VIDAS QUE INSPIRAN
No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Salmo 91:5-6.

Por los pasadizos secretos del alma o por los pantanos traicioneros del espíritu, a través de generaciones, transitan en tropel los temores.

Vienen atraídos por las historias que la mente arranca de lugares lejanos e ignotos.

Comienzan a arribar cuando cae el sol, silenciosamente... Se sientan formando círculos y perturbando la paz.

Existe gente que no logra dormir; los somníferos resultan insuficientes para ahuyentar los temores que tomaron de asalto la ciudadela del corazón.

El salmista David sabía bien lo que era eso: huía de un enemigo real; el rey Saúl deseaba destruir al joven que Dios había escogido para ser su sucesor.

El monarca no aceptaba que había pasado su oportunidad. El poder tiene la capacidad de enviciar a la persona: quien lo tiene, no quiere perderlo y hace cualquier cosa con tal de conservarlo.

David huía, andando por el desierto y durmiendo en cuevas. Aquellas noches, solitario y perseguido, supo lo que era el miedo.

Pero descubrió, también, lo que significa tener un Protector como el Dios Todopoderoso, a quien había decidido servir.

El salmo 91, de donde extraje el texto para el devocional de hoy, es un salmo de confianza, y sirve de inspiración para todos aquellos que, de una forma o de otra, enfrentan enemigos reales o imaginarios.

El miedo paraliza, te incapacita para avanzar, te hace retroceder; te quita, poco a poco, hasta las ganas de soñar y de vivir.

Lo llaman depresión: son miedos que la mayoría de las veces no tienen razón de ser; pero el espíritu tiene sus pantanos, oscuros e incomprensibles. Si es de día, sufres porque es de día y, cuando la noche llega, los temores continúan.
El consejo del salmista es que, si vas a esconderte bajo las alas de tu Protector, no tienes razón para vivir angustiado. Nada de lo que te hagan tocará tu vida, ni siquiera las fuerzas de las tinieblas.
Por eso, hoy, sal a correr detrás de tus deberes diarios seguro de que tu vida está escondida en Jesús.

Si es así: “No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya”. Salmo 91:5-6.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 28 de Julio del 2011.

BURLADORES
Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias. 2 Pedro 3:3.

Moreno, setenta años, cabellos y barba emblanquecidos por el tiempo, rostro apacible y andar pausado: el hombre parece un abuelo cariñoso, que lleva un regalo a sus nietos.

Es eso lo que cualquiera pensaría, al verlo caminar por las calles de una ciudad, vistiendo traje oscuro, con un maletín de cuero negro en la mano derecha.

La verdad es otra. El anciano no lleva regalo alguno: el maletín esconde una bomba en forma de noticia. La noticia sacudirá a la opinión pública mundial; provocará las reacciones más controversiales.

Al dar la vuelta al mundo, el hecho lleva a muchas personas a pensar que aquel anciano está fuera de sus cabales; otras, creen que el hombre del maletín negro solo busca promoverse.

Al fin de cuentas, los hombres públicos necesitan estar siempre en evidencia. Y Ernie Chamber, senador independiente por el Estado de Nebraska, es un viejo, polémico e irreverente hombre público.

Catorce de septiembre de 2007. Diez y treinta de la mañana. El senador Chamber entra en la corte del Condado de Douglas, mira hacia todos lados, como un niño careciente que desea llamar la atención, y hace explotar la noticia: abre un proceso judicial en contra de Dios.

En el proceso, el abogado afroamericano, que nunca ha ejercido la carrera, acusa a Dios de ser el causante de todas las “inundaciones devastadoras, terremotos horrendos, terribles huracanes, plagas, pestilencias, acciones terroristas, hambrunas, guerras genocidas” y otras tantas catástrofes mundiales que aterrorizan a la humanidad.

El proceso judicial que Chamber inició en contra de Dios, inverosímil como pueda ser, muestra la irreverencia del hombre moderno, típicamente incrédulo, contra Dios.

En segundo lugar, la preocupación del ser humano con la realidad atemorizante de nuestros días: algo extraño sucede en este planeta, y solo no lo ve quien no quiere verlo.
Si hay una verdad meridiana en la Biblia, es el hecho de que Jesús volverá a esta tierra, con el fin de poner punto final a la historia del pecado.
Pero, también afirma que, en los últimos días, habrá gente incrédula que se burlará de esta verdad.

¿Cuál es tu actitud? ¿Te estás preparando para aquel gran encuentro o te dejas contagiar por la cultura de nuestros días? 

Tu respuesta es clave, porque: “en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias”. 2 Pedro 3:3.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 26 de Julio del 2011.

FIDELIDAD
Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo. 2 Timoteo 2:13.

Giovanni no entiende la incoherencia de su loco corazón. Ama a la esposa; ella es lo cotidiano, lo estable, lo seguro.

Pero, él necesita de la aventura, lo desconocido, lo pasajero; busca una mujer que lo haga sufrir.

¡Triste realidad! Se ha cansado del amor de la esposa, y ansía el dolor, la indiferencia y la culpa.

La infidelidad está entretejida en las propias células de Giovanni; es su naturaleza. “El pecado que habita en mí”, diría San Pablo.

Lo peor de la infidelidad no es las terribles consecuencias sociales y personales, sino la incapacidad que genera para creer en las promesas divinas: el infiel cree que Dios también es infiel.

Cada vez que piensa en el amor divino, lo hace desde su perspectiva humana de amar.

El amor humano, por más sincero y bonito que parezca, está manchado de egoísmo: ama cuando le conviene, esperando algún beneficio como retorno.

Con Dios, las cosas son diferentes: él ama por el simple hecho de amar.

A pesar de lo que el ser humano haga o deje de hacer; simplemente, ama. Su naturaleza es el amor.

El ser humano necesita sentirse amado por Dios, para mirar adelante y vivir la vida victoriosa. Pero, cada vez que piensa en la fidelidad de Dios, mira su propia infidelidad y desespera.

La pregunta que lo desorienta y lo deja confundido es: ¿cómo puede Dios cumplir su promesa, si yo no puedo cumplir la mía?
La respuesta es sencilla: ¡Dios es Dios! Es eterno, y todo lo suyo es, también, eterno. Podrán pasar los años y los siglos; las edades vendrán una detrás de la otra, pero la fidelidad y el amor divinos durarán para siempre.
Si dejase de amar, se negaría a sí mismo, menciona el versículo de hoy. Por eso, hoy, encara los desafíos de la vida sin temor. El amor echa fuera el temor; el amor limpia el pasado, redime y transforma.

El amor nunca acaba, a pesar de las incoherencias del corazón humano; a despecho de las locuras de la juventud o de los desvaríos de la adultez. El amor seguirá siendo amor por los siglos de los siglos. Dios es la esencia del amor.

Empieza este día recordando que “si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo”. 2 Timoteo 2:13.




Matutina del 25 de Julio del 2011.

EXTRAÑOS
Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado. Colosenses 1:21.

En otro tiempo. Allá, en los rincones más apartados de la ignorancia espiritual; en las sombras del alejamiento de Dios; en los páramos de la desesperación.

Cuando no conocíamos a Cristo; cuando, intentando ser felices a nuestro modo, peregrinábamos por caminos tormentosos que nos conducían a la muerte.

En otro tiempo. Cuando llegaba la noche y no podíamos dormir, porque la culpa generaba un miedo espantoso de la soledad; cuando sentíamos un dolor extraño dentro del pecho, y no sabíamos definirlo.

A nosotros, que éramos extraños, porque nadie podía entender las incoherencias de nuestras acciones: sí, a nosotros, que éramos controlados por la mente enemiga; a nosotros, Dios nos buscó y nos encontró, y nos reconcilió por la sangre de su Hijo.

El versículo de hoy nos muestra que la raíz del sufrimiento es la mente enemiga: solo una mente enemiga puede maltratar a la naturaleza de la forma que lo hace; solo una mente enemiga puede acabar con la fuente de los recursos naturales, llevado por la voracidad de la ganancia.

¿Cómo explicar, si no existiese la mente enemiga, que un adulto abuse de un niño? ¿Cómo entender la autodestrucción de un joven, dominado por las drogas? ¿Cómo justificar la agresión de un hombre a la mujer que prometió amar hasta la muerte?

En vano intenta la psicología humana explicar los meandros intrincados del comportamiento humano; en vano, trata la sociedad de reeducar a un delincuente: solo Dios tiene la solución para el problema del pecado, porque solo él puede transformar la mente enemiga.

El instrumento para hacerlo se llama reconciliación. En la persona de Jesús, somos traídos de vuelta a los brazos del Padre.

Y ese día, la alocada carrera del ser humano llega a su fin. Ese día, no necesitas probar a nadie que eres lo que eres; ese día, simplemente te encuentras a ti mismo.

Por eso, hoy, sal de tu casa recordando la declaración de Pablo a los colosenses: “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado”. Colosenses 1:21.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 24 de Julio del 2011.

FORTALECIDOS
Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad. Colosenses 1:11.

El escritor griego Esopo, que vivió allá por el siglo VI, cuenta la historia de un anciano león que, incapaz  ya de obtener alimentos por sus propios medios, decidió valerse de la astucia, para sobrevivir.

Se dirigió, entonces, a una cueva, y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba enfermo.

Los animales, conmovidos al ver al rey enfermo, iban a visitarlo; pero, él los atrapaba y se los comía.

Un día, la zorra fue a verlo y, sin entrar en la cueva, desde una distancia prudencial le preguntó:

–¿Cómo está su salud, señor león?
El rey de los animales, jadeante y cansado, le pidió: –¿Por qué no entras a visitarme?
–Claro que entraría –le respondió la zorra–, si no viera que todas las huellas entran, pero no hay ninguna que salga.

El enemigo de Dios actúa como el león: finge, disfraza, engaña y seduce. 

Te hace creer que el poder combina con los gritos y los golpes; te hace pensar que la fuerza está relacionada con el dominio, el abuso y el maltrato.

Pero Pablo, en el texto de hoy, afirma que la “potencia de su gloria” sirve para toda paciencia y longanimidad.

Los caminos de Dios son diferentes de los senderos establecidos por el príncipe de las tinieblas de este mundo.

El Señor Jesucristo murió, y no obstante venció. Los hombres pensamos que la muerte es derrota.

El Príncipe del universo se humilló y fue exaltado; pero los seres humanos pensamos que la exaltación está relacionada con palco, luces y aplausos.

El consejo de hoy es que, a fin de percibir la vida desde la perspectiva divina, es necesario ser fortalecidos por Jesús.

Eso significa vivir en comunión diaria con él; convivir minuto a minuto, día a día, mes tras mes, hasta que el carácter del Maestro sea reproducido en nosotros.
Que este sea un día de sumisión y de entrega al poder divino. Que el compañerismo con Jesús sea la gran preocupación de tus horas; y que el carácter de Jesús, reflejado en tu vida, sea una inspiración para los que están a tu lado.
Sal, determinado a enfrentar los embates de la vida en el nombre de Jesús. Y sé “fortalecido con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad”.Colosenses 1:11.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 23 de Julio del 2011.

RECONCILIACIÓN
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación. 2 Corintios 5:18.

El ascensor era lo suficientemente amplio, y tenía capacidad para varias personas.

Sin embargo, Clayton prefirió tomar las escaleras, a pesar del maletín pesado; es que Lauro estaba en el elevador, y Clayton no deseaba hablar con él.

Nadie entendía la situación, porque ambos habían sido amigos hacía mucho tiempo. Lo peor es que los dos se sentían mal con esa situación.

Entonces, surgió la presencia de Juana, que sirvió de mediadora para reconciliarlos. Los tres se abrazaron. A partir de aquel día, Clayton y Lauro volvieron a sonreír.

No sé si percibiste que, cuando estás disgustado con alguna persona, no tienes paz en el corazón. Esa era la situación del ser humano después de caer en el pecado.

Recuerda que lo primero que hicieron Adán y Eva, después de la desobediencia, fue huir y esconderse de la presencia de Dios.

Esa situación tampoco dejaba feliz a Dios, porque amaba al ser humano y sufría al verlo huyendo de su amor. ¿Qué hacer? El texto de hoy enseña que la iniciativa de la reconciliación fue divina.

Todo esto proviene de Dios”, aclara Pablo. El ser humano no se salva porque quiera salvarse, sino porque Dios quiere hacerlo: es Dios quien lo busca, incansablemente, hasta encontrarlo.

A fin de que su presencia gloriosa, de santidad y de pureza, no destruya al pobre pecador, Dios se vale de un Mediador; y ese mediador es Cristo.

Quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo”. Aquí, encontramos la idea de que había una distancia enorme entre Dios y el hombre, y Cristo se constituyó en el puente a través del cual podemos tener otra vez acceso al Padre.
Con su naturaleza divina el Señor Jesús toma la mano del Padre, y con su naturaleza humana extiende su otra mano en dirección al hombre caído, a fin de rescatarlo. Y, de esta manera, reconcilia al hombre con Dios.
Todo lo que necesitas hacer es aceptar que Jesús te tome de la mano. Y hoy puede ser ese gran momento, porque cada mañana es siempre una nueva oportunidad.

No salgas, sin saber que “todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación”. 2 Corintios 5:18.



Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 22 de Julio del 2011.

IMPIEDAD
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad. Romanos 1:18.

Las angostas callejuelas del pueblecito nos llevaron hasta el único hotel. Había comenzado a nevar, y el frío atravesaba el abrigo de lana que vestía.

Era un pequeño hotel, de pocas habitaciones y techo de calamina. Para pasar una noche de emergencia, estaba más que bien.

El recepcionista, un hombre obeso, mal encarado, nos recibió de mala gana. Al enterarse de que éramos pastores, vociferó y espetó pestes de Dios y de los creyentes.

No le hicimos caso; pagamos y entramos. “Es un hombre sin cultura”, me comentó mi compañero, en un intento de amenizar la actitud grosera del hombrón.

Tal vez sí; quizás, él dijo todo aquello porque era falto de cultura. Pero la impiedad, que significa irreverencia contra Dios, no es patrimonio de gente sin cultura.

La mañana que escribo este devocional, los periódicos publican la noticia de que la escritora Ariane Sherine y el biólogo Richard Dawkins iniciaron una campaña publicitaria, en los ómnibus de Londres.

Enormes pancartas exhiben la frase: “Probablemente Dios no existe. Para de preocuparte y vive la vida”.

Los autores de la campaña alegan que la suya es una reacción en contra de la histeria de los cristianos que, frente a la crisis económica que asusta al mundo, dicen que es el juicio divino sobre los hombres impenitentes.

Hay dos problemas detrás de la noticia: el primero es la “impiedad” del hombre moderno: San Pablo ya anunció que esta sería una característica de los tiempos previos a la segunda venida de Cristo.

El segundo problema es la idea equivocada de la ira divina.

La palabra “ira”, en hebreo, es orge, que literalmente significa “impulso violento”, pero que también significa “indignación” o “rechazo”.
Tú no puedes imaginar a Dios llevado a actuar por impulso violento; eso es propio de la naturaleza pecaminosa. Dios es santo; en él, no tienen cabida los “impulsos violentos”.
Pero, por otro lado, Dios tampoco acepta la actitud rebelde e irreverente del ser humano: lo libera a su propia destrucción.

Dios no necesita hacer nada para destruir al impiadoso; es solo dejarlo, y él se autodestruirá.

Hoy es el día de buena nueva; hoy es el día de salvación. Este es el momento de reconocer a Dios, y de permitir que él asuma el control de la vida.

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”. Romanos 1:18.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 21de Julio del 2011.

LA SOMBRA
Tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos. Hechos 5:15.

Hay personas que jamás olvidamos: el tiempo pasa, la juventud se va, las arrugas aparecen, como surcos que abre el tiempo; pero, el recuerdo de ellas perdura.

Su influencia es semejante a un perfume que insiste en quedar impregnado en la piel. Creo que Pedro era una de esas personas.

Los últimos años de su vida, la gente seguía colocando lechos y camas con la idea de que, al pasar el apóstol, “a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos”.

Me emociona leer esto, porque este Pedro que las personas seguían por todos lados era el mismo que, una noche oscura y fría de invierno, había negado al Señor Jesús.

En aquel momento, después de que el gallo cantara por tercera vez, el derrotado Pedro corrió desesperado, rumbo a las tinieblas de su propia consciencia.

El martilleo de la culpa lo golpeaba, inclemente: había traicionado a su Maestro; lo había abandonado en el momento en que el Señor más lo necesitaba.

El rayar de un nuevo día encontró a un hombre hecho pedazos. El enemigo le susurraba: “Tú ya no vales nada, ¿por qué no te ahorcas, como lo hizo Judas?” En el silencio del alba, sin embargo, recordó aquella mirada de Jesús, al cruzar el patio del Templo.

Humillado, azotado, burlado, el Maestro le expresó, en aquella mirada: “Tú, Pedro, lo arruinaste todo. Pero, yo vine para hacer todo de nuevo. Confía en mí; yo te sigo amando”. 

Fue aquella mirada lo que lo animó a creer que era posible levantarse. Y se levantó. Cayó de rodillas, pidiendo perdón, y se irguió.
Antes de levantarte, es necesario caer arrodillado, y reconocer que tú no puedes. El poder de Dios solo se manifiesta en el alma contrita y humilde.
Poco tiempo después, encontramos a Pedro ordenando al paralítico: “No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesús te digo, levántate y anda”. Y el hombre salió, saltando como un niño.

Sí, algunas personas van y vienen. Pero otras, como Pedro, llegan a tu vida y, a partir de ese momento, jamás eres el mismo: su influencia marca, impresiona e inspira.

Haz de este día un día de inspiración. Utiliza tu influencia para el bien. Pide a Dios que, por donde fueres, las personas deseen estar a tu lado, aunque sea para recibir tu sombra.

Que tu vida y tu influencia sean como las de Pedro: “Tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos”. Hechos 5:15.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 20 de Julio del 2011.

EL NOMBRE DE JESÚS
Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Hechos 4:10.

Creo en los milagros. A lo largo de mi vida, los he presenciado muchas veces. 

Desde vidas transformadas hasta enfermos curados por Dios, cuando la ciencia dictaminaba que no había más posibilidad de recuperación.

El otro día, un joven me preguntó por qué hoy Dios no sigue operando milagros, como en los tiempos apostólicos.

La verdad es que sí, los sigue operando hoy como ayer. Solo que, en los tiempos apostólicos, la iglesia necesitaba más de ellos porque representaban una especie de credencial de poder, para establecer la obra del evangelio.

El texto de hoy menciona el nombre de Jesucristo. En los tiempos apostólicos, los grandes milagros ocurrían “en el nombre de Jesús”.

Mirando hacia aquellos tiempos, el pueblo cristiano corre el peligro de banalizar el nombre de Jesús, creyendo que es una especie de fórmula mágica para resolver todo tipo de problemas.

En la Biblia, el nombre de una persona simbolizaba su carácter. Hacer las cosas en el nombre del Señor es vivir la vida que él vivió, reflejar su carácter y andar en sus caminos.

Cuando Jesús estuvo en esta tierra, advirtió que, en el día final, muchos que estarán condenados a la muerte eterna se presentarán a él, alegando que habían hecho milagros en “su nombre”.

Y la respuesta del Maestro será: “Yo no os conozco, apartaos de mí, obradores de maldad”.

¿Puede un obrador de maldad hacer milagros en el nombre de Jesús?

¡Evidentemente que sí! Esas personas se limitaron a mencionar el nombre, pero se resistieron a reflejar el carácter del Salvador.

Hoy es un día para meditar. ¿Hasta qué punto el carácter de Jesucristo se refleja en mi vida?

Ve a Jesús esta mañana, y permite que él conduzca tus caminos. Y prepárate para los grandes milagros que el Señor está dispuesto a obrar en la vida de los que lo buscan de todo corazón y con toda humildad.

Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano”. Hechos 4:10.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 19 de Julio del 2011.

¡TRABAJA!
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra. Éxodo 20:9.

Fue un sacudón en mi cerebro. Jamás lo hubiese imaginado.

El cuarto Mandamiento de la Ley de Dios, registrado en el capítulo 20 de Éxodo, no tiene que ver solamente con el reposo en el séptimo día, sino también con el trabajo en los seis días restantes.

El trabajo fue establecido por Dios como un instrumento de felicidad.

Desdichadamente, entró el pecado, y trastocó las cosas bellas de la creación. Al trabajo se añadieron los elementos del cansancio y de la fatiga. Lo transformaron en un fardo.

Pero, el trabajo continúa siendo una bendición. Y, cuando Jesús llega a tu vida, llega para transformarte en un hombre productivo; la mediocridad y el conformismo no combinan con el cristianismo.

No puedes vivir esperando a las oportunidades; necesitas buscarlas.

Cada problema que encuentres en el camino debe transformarse en el desafío de buscar una solución; cada desierto, la posibilidad de un oasis.

No te quejes de la vida. Los únicos obstáculos de verdad son tus propios temores y preconceptos. Pero, con Jesús, mira hacia arriba; por encima de la intolerancia humana.

Lo difícil no es llegar a la cumbre, sino jamás dejar de ascender. ¡Sube! Mientras vivas, sube. El día que dejes de subir, dejarás de vivir. A partir de ese momento, no valdrá más la pena continuar viviendo.

Pero, por lo que más quieras, no midas la ascensión comparándote con los demás. Deja que los otros sigan su camino; tú, sigue el tuyo, el que Dios preparó para ti desde cuando estabas en el vientre de tu madre.

Levántate de mañana, acuéstate tarde... en fin, “suda la camiseta”; no te quedes parado, viendo la pelota correr en los pies de los demás.

No te acomodes en la galería, a contemplar el desfile de los vencedores: sé tú uno de ellos.

Dios te dio talentos: ejercítalos, cultívalos y trabájalos, consciente de que, un día, el Señor te preguntará qué hiciste con las capacidades que recibiste de sus manos.

Hoy puede ser un día diferente; será un día diferente. No porque te hayas propuesto que así sea; si lo intentas, solo caerás en el terreno del humanismo.

El humanismo te enseña a depender solo de ti y de tus fuerzas. Pero tú, corre a los brazos de Jesús y deja que él te conduzca por los caminos del trabajo y te corone de gloria.

No lo olvides: “Seis días trabajarás y harás toda tu obra”. Éxodo 20:9.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 18 de Julio del 2011.

¿ESTÁ CONTIGO?
Y Jehová me dijo: Diles: No subáis, ni peleéis, pues no estoy entre vosotros; para que no seáis derrotados por vuestros enemigos. Deuteronomio 1:42.

Sandro se da vuelta en la cama; las horas pasan, y no duerme.  En la penumbra de su mente, se abrazan los recuerdos y los olvidos; se encadenan sus miedos con sus fracasos.

Y aquellas luchas internas parecen besar al niño escondido en lo recóndito de sus temores.

Sandro llora el dolor del fracaso. Su mundo se ha derrumbado en pedazos; sus sueños se han transformado en pesadillas.

Él se consideraba un águila que surcaba el espacio azul; el cielo infinito era su límite. Tal vez por eso, su caída fue estrepitosa. Quién sabe, tal vez por eso su orgullo sangra, como herida abierta.

El Señor lo advirtió muchas veces, pero parecería que la criatura insiste en no aprender: “No subas ni pelees, si no estoy contigo. No te atrevas a enfrentar los desafíos que la vida te presenta, si no tienes la convicción de que estoy a tu lado”.

Sandro fue a la “guerra” solo. Al principio, parecía que las cosas le iban bien; que no necesitaba de Dios.

Repentinamente los vientos favorables de la economía empezaron a soplar en dirección contraria, y el joven promisorio percibió que su embarcación se iba a pique.

Luchó con todas sus fuerzas; como un león hambriento, buscando la supervivencia. Todo falló. El barco se hundió definitivamente, y ahora Sandro llora el error de haber salido en solitario a enfrentar las batallas de la vida.

El otro día, un hombre incrédulo me preguntó: –¿Cuál es la ventaja de tener a Dios en los negocios? ¿No crees que Dios tiene mucho trabajo, como resolver el problema de millones de niños que mueren de hambre todos los días? ¿Para qué colocar sobre sus hombros el trabajo que yo puedo hacer?

Sí, Dios se preocupa con los niños hambrientos. Pero, se preocupa también por ti, y desea participar de tus sueños.

Sandro no es la única persona que llora la tragedia de haber querido triunfar solo. Miles de cadáveres yacen en la historia del éxito, como hojas secas llevadas por el viento del fracaso.

Por eso, hoy, no salgas sin tener en cuenta el consejo divino: “No subáis, ni peleéis, pues no estoy entre vosotros; para que no seáis derrotados por vuestros enemigos”. Deuteronomio 1:42.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 17 de Julio del 2011.

EL ÚNICO REMEDIO PARA TU MAL
No hay medicina para tu quebradura; tu herida es incurable; todos los que oigan tu fama batirán las manos sobre ti, porque ¿sobre quién no pasó continuamente tu maldad?. Nahum 3:19.

El sol de medio día castiga la carretera con la fuerza del verano. Un hombre humilde carga un saco de papas sobre sus hombros.

Todos lo conocen, en la ciudad, por su espíritu de servicio y su fidelidad a Dios.

Al cruzarse en el camino con un muchacho incrédulo, oye la voz socarrona: ¿Cómo sabes que eres salvo?

El cristiano sigue unos pasos adelante, y deja caer la carga. Entonces, dice:

–¿Cómo sé que se me cayó el bulto? No he mirado atrás.  –No –replica el muchacho–, no has mirado atrás, pero ya no sientes el peso.

–¡Exactamente! –respondió el hombre–. Es por esa misma razón que sé que soy salvo: ya no siento la carga de pecado y de tristeza, y he encontrado paz y satisfacción en el Señor.

El texto de hoy habla de una imposibilidad: “No hay medicina para tu quebradura”, afirma el profeta.

Se está refiriendo al pecado: cuando el pecado toca una vida, la anula poco a poco.  Los estragos del pecado no aparecen intempestivamente; en la mayoría de los casos, no.

Son como los efectos que causa la lepra: en los tiempos bíblicos, el leproso solo percibía su mal cuando su carne empezaba a caer en pedazos; entonces, ya era demasiado tarde.

El pobre hombre tenía que abandonar a la familia, a los amigos, el trabajo, en fin. Su futuro era confinarse, con los otros enfermos, en el valle de los leprosos.

En aquellos tiempos, no había remedio para la lepra. Hoy, ayer y para siempre, nunca habrá remedio humano para el pecado.

No es solo un asunto de conducta o de comportamiento: es un asunto del corazón. Acompaña al pecador por dondequiera que vaya. La única solución es Jesús.
Y él no empieza trabajando por fuera; la fachada es lo último que él restaura. Su maravilloso trabajo de salvación empieza donde está el nido del pecado: en la mente. 
Él te brinda una nueva mente, nuevas motivaciones, nuevos horizontes. Las cosas pasadas quedan enterradas para siempre, y la vida empieza a partir del encuentro con Jesús.

Recuerda bien esto, a lo largo del día. Y piensa en el planteo del profeta: “No hay medicina para tu quebradura; tu herida es incurable”. Nahum 3:19.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 16 de Julio del 2011.

PENSAMIENTOS DE PAZ
No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación. Salmo 27:9.

Julio abrió la caja con cuidado e intriga: era un regalo que, según los primos, el tío José le había dejado antes de fallecer.

A Julio le pareció curioso que el tío se hubiese acordado de él ya que, en vida, daba la impresión de que no sentía ningún afecto por el sobrino.

Dentro de la caja, encontró un par de guantes forrados en piel. Como vivía en un clima tropical, no necesitaba de los guantes, y los guardó en una gaveta.

Con el tiempo, se olvidó de ellos. Algún tiempo después, lo llamaron para trabajar en una ciudad de clima frío, y entonces se acordó de los guantes.

¡Al fin daría uso a un regalo que siempre consideró una burla del tío!

Al colocar la mano en uno de los guantes, sintió algo que incomodaba el dedo pulgar. Sorprendido, vio que era un billete, enrollado, de cien dólares.

Revisó los otros dedos del guante, y descubrió que en cada uno de ellos había un billete de cien dólares. Los billetes habían estado allí todo el tiempo, pero él no se había dado cuenta.

El primer pensamiento que surgió en la mente de Julio fue de arrepentimiento: ¡había estado equivocado todo el tiempo! Creía que el tío se burlaba de él y, por el contrario, el anciano, que no había sido un hombre rico, le estaba dejando una buena herencia.

Es el riesgo que los seres humanos corremos: cada vez que el dolor toca a la puerta de tu corazón, piensas que Dios se ha olvidado de ti o que no le importas.

El texto de hoy muestra la oración de David, en ese sentido: él pensaba que, en el momento del sufrimiento, Dios lo abandonaba.

Un día, en el Reino de los cielos, con seguridad serán aclaradas muchas cosas. Entonces entenderás que, todas las veces que pensaste que Dios te había dejado, estaba más cerca de ti de lo que tú podías imaginar.

Por eso hoy, sal para afrontar los trabajos que te esperan seguro del amor de Dios.

Puede haber neblina o lluvia torrencial; puede brillar el sol o no. Pero, nada de lo que te hace sufrir nace en la mente divina; no creas que Dios te está castigando por algo.

No digas: “No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación”. Salmo 27:9.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 15 de Julio del 2011.

ENEMIGOS, ENEMIGOS
Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. Esdras 4:4.

Judá tenía una misión delante de sí: edificar el Templo, que había sido destruido por los invasores y se encontraba en escombros.

A Dios no le gusta ver nada en escombros: cuando la Creación salió de sus manos, era “buena en gran manera”.

Pero, luego apareció el enemigo y desfiguró la Creación; desde aquel día, ha estado arruinando todas las cosas buenas.

En los tiempos de Judá, se presentó en la forma de ejército babilónico, y llevó cautivo al pueblo. Dejó en escombros la ciudad y el Templo.

El Templo, en aquellos días, era símbolo de la presencia de Dios. Él había dispuesto: “Y me harán un santuario y Yo habitaré en medio de ellos”.

El Santuario, en escombros, simbolizaba la falta de la presencia de Dios en medio de su pueblo.

Dios nunca está conforme cuando su pueblo vaga, errante, sin él. Por eso, envió a Nehemías; su misión era reconstruir la ciudad y el Templo.

Pero, el enemigo no estaba satisfecho con eso. Entonces, sucedió lo que narra el texto de hoy.

El enemigo entró en el corazón del pueblo de aquella tierra, y trató de atemorizar al pueblo de Dios, con la intención de que el Templo no fuese reconstruido.

¿Qué es lo que necesita ser reconstruido en tu vida? ¿Un sueño marchitado por el tiempo? ¿Tu vida profesional, destruida por una insensatez? ¿Tu hogar? ¿Tus valores y principios?

Ten en cuenta que la reconstrucción no es una tarea fácil. Destruir, sí lo es: basta tomar una maza y dar golpes a diestra y siniestra; no requiere de habilidad ni de preparación, solo es necesario golpear.

Reconstruir es diferente. Requiere de habilidad, paciencia, persistencia y valor. Los enemigos aparecerán. Te criticarán; dirán que estás desperdiciando el tiempo y que jamás lograrás tus objetivos.

Pero, a pesar de eso, es necesario seguir adelante. Nada puede detenerte, si colocas tu vida y tus proyectos en las manos de Dios.

Por eso, hoy, sal decidido a reconstruir aquello que el pecado ha destruido. Sueña; sueña alto. ¡No te conformes con poco!

Fuiste colocado por Dios, en este mundo, para ser un reconstructor de vidas. Y, en esa misión, no estás solo: el Señor está contigo.

Pero, recuérdate: “El pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara”. Esdras 4:4.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 14 de Julio del 2011.

CONSULTA A DIOS
Entonces David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos. 1 Crónicas 14:10.

Iris desea conocer la voluntad de Dios: tiene dos pretendientes, y no sabe a cuál de ellos aceptar.

Siempre soñó con tener un hogar feliz; tal vez, porque viene de un hogar de padres separados, y no quiere equivocarse en la elección del amor de su vida.

El sol acaba de despuntar, sonriendo a la tierra con sus rayos dorados. Iris se arrodilla, y desafía a Dios:

Señor”, le dice, “yo sola no puedo decidir; necesito de tu ayuda. Voy a salir ahora hacia el trabajo. El primero de los dos muchachos que aparezca vistiendo camisa azul, será el que yo aceptaré. Por favor, muéstrame tu voluntad”.

La joven, de cabellos rizados y ojos color de miel, cree que está consultando a Dios y dándole la oportunidad de responderle.

Mucha gente, como Iris, en diferentes lugares del planeta, cree que puede probar a Dios de esa manera, y con frecuencia, la aparente respuesta de Dios no les funciona o les funciona mal.

El versículo de hoy dice que David, antes de dirigirse a la batalla, consultó a Dios. No lo puso a prueba, como lo hizo Iris, sino que conversó con él.

En aquellos tiempos, Dios aún hablaba con su pueblo personalmente; hoy, continúa haciéndolo, pero a través de su Palabra escrita, que es la Biblia.

Si deseas escuchar la voz de Dios, todo lo que necesitas hacer es abrir la Biblia y estudiarla con sinceridad de corazón. Dios no te dejó sin orientación: en la Biblia, hay consejo para todo.

El Señor no está interesado solo en tu vida espiritual. Juan dijo: “Amado, yo deseo que seas prosperado en todas las cosas”. Todo es todo. La vida material, profesional, familiar, en fin...

La mayoría de las decisiones equivocadas que tomamos son causadas porque no vamos a la Palabra de Dios en busca de orientación.

Vivimos en un mundo de misticismo, en el cual muchos buscan sensaciones sobrenaturales; se quedan contemplando la naturaleza, en busca de manifestaciones sensoriales.

Quieren oír la voz de Dios de forma audible, o entonces echan suertes, como lo hizo Iris.

Dios es Dios; si lo desea, puede hacerte oír su voz. Pero, en la mayoría de los casos, respondió a las preguntas de tu corazón en su Palabra; solo debes abrirla y meditar en ella.

Haz de este un día de estudio de la Biblia, y recuérdate que: “David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos”. 1 Crónicas 14:10.



Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 13 de Julio del 2011.

SUJECIÓN
Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones. Tito 2:9.

Escuché una vez la historia de un hombre que, en la empresa donde trabajaba, era el primero en llegar y el último en salir.

Trabajaba como si la empresa fuese suya. Era, por lejos, el empleado que más producía y que menos reclamaba.

Al llegar el mes de diciembre, el patrón lo llamó aparte y le dijo:

–¡Estoy muy agradecido por tu trabajo! Cuidas de tus deberes como si la empresa fuese tuya.

–No, señor –le respondió el empleado–: cuido de todo como si la empresa fuese de Dios.

Evidentemente, este hombre había entendido que el cristianismo no se limita a la iglesia. Es bueno cantar, orar y estudiar la Biblia; es maravilloso cuando el pueblo de Dios se reúne para alabar su nombre.

Pero, es un argumento contundente en favor del cristianismo cuando los cristianos hacen de su lugar de trabajo un púlpito, desde donde se predica el evangelio sin palabras; donde la retórica está constituida por las acciones y el cumplimiento fiel del deber.

Lo interesante es que la fidelidad a Dios en los mínimos detalles beneficia al propio cristiano: no busca el beneficio, pero las bendiciones aparecen.

En el caso del hombre de nuestra ilustración, el patrón le dio una buena cantidad de dinero extra, como gratificación por sus servicios, y lo ascendió de puesto dentro de la empresa.

Este puede ser un día de trabajo diligente, de esmero en la práctica del deber, de iniciativa para ir más allá de lo que el deber impone.

La mejor manera de hacer del trabajo una tarea agradable es convertirlo en un acto de adoración, cultivar la idea de que no trabajas para seres humanos sino para Dios.

Con estos pensamientos en mente, enfrenta los desafíos de un nuevo día en el poder y la sabiduría que provienen de Dios.

Que tu presencia en la calle, en la escuela, en la familia o en el lugar de trabajo sea una fragancia suave, de olor agradable. Que las personas sean atraídas a Jesús por el poder de tu vida, y no solamente por la fuerza de tus palabras.

Y recuerda el consejo de Pablo: “Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones”.Tito 2:9.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 12 de Julio del 2011.

INTERCEDE
El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Hebreos 1:3.

El cielo se viste de gala. Millones y millones de seres angelicales se preparan para dar la bienvenida al Héroe, que vuelve de la guerra después de haber vencido al maligno y rescatado al ser humano. 

Jesús aparece glorioso, con su cuerpo resucitado. Ha vencido a la muerte y al pecado. Se sienta, ahora, al lado del Padre.

La escena que acabo de describir no es imaginaria; la Biblia lo afirma. El texto de hoy lo expresa de manera explícita. 

Muestra que existe relación entre la muerte expiatoria de Jesús en la cruz y su obra mediadora en el cielo, al lado del Padre.

El autor de la Epístola a los Hebreos indica que, después de haber efectuado la purificación de nuestros pecados en la cruz, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.

Jesús ya murió; subió a los cielos; está a la diestra del padre. Y, desde ahí, añade Hebreos 7:25, “puede salvar a los que por él se allegan a Dios”.

¿Por qué crees que el verbo “salvar” está en modo infinitivo? Si solo bastase su muerte, el verbo estaría en tiempo pasado; diría “salvó”, y no “puede salvar”.

Lo que Pablo quiere significar es que, a pesar de que la muerte de Jesús en la cruz fue completa en lo que se refiere al sacrificio, esa muerte no le sirve al ser humano, a menos que vaya a Jesús con fe, y reconociendo que pecó y que necesita de salvación.

Entonces Jesús, quien en la cruz constituyó el sacrificio, se transforma ahora en el Mediador, para interceder delante del Padre en favor del pecador arrepentido.

Solo entonces lo que Jesús obró en la cruz del Calvario tiene valor para el ser humano: está salvo, porque creyó en la muerte de Cristo y aceptó su mediación delante del Padre.

Hoy es un día para aceptar ese sacrificio en tu favor. Dios no fuerza la voluntad humana; nadie será salvo solo porque Jesús murió. La salvación solo tiene valor, para ti, si la aceptas.

No te olvides: “El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”. Hebreos 1:3.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 11 de Julio del 2011.

NO ME ACORDARÉ.
Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Isaías 43:25.

Aquella tarde, mientras el sol se ocultaba, se iba también la vida del conde de Polignac:

había traicionado al emperador Napoleón, a pesar de los muchos favores que había recibido del temido conquistador; la cabeza del traidor estaba destinada a la horca.

La prueba de su traición era una carta, en la cual el conde se comprometía en un complot político.

Desesperada e intentando salvar la vida de su esposo, la señora Polignac solicitó una audiencia con el Emperador. Envuelta en lágrimas, alegó que las acusaciones en contra de su esposo eran falsas.

–¿Conoces la firma de tu marido? – le preguntó el soberano. Y, sacando la carta de su bolsillo, la puso ante los ojos de la señora.

La mujer empalideció, y cayó desmayada. Al recuperarse, la desesperada mujer cayó a los pies del Emperador y pidió perdón.

La historia narra que Napoleón, compadecido, le entregó la carta diciendo: – Tómala. Es la única evidencia legal que existe en contra de tu marido. Hay un fuego aquí, al lado: quémala. No habiendo pruebas, no habrá culpa.

La señora tomó aquella prueba de culpabilidad y la entregó a las llamas. La vida de Polignac y su honor estaban a salvo, fuera del alcance de la justicia.

Eso es lo que hizo el Señor con nuestros pecados. Tomó nuestras rebeliones y pagó nuestra deuda. Y afirma que lo hizo por su propio nombre.

¿Por qué? Porque el enemigo lo acusó de ser un Dios abusivo y dictador, incapaz de perdonar.

Pero, con su muerte en la cruz, Jesús limpió la afrenta a su nombre, y mostró delante del universo que él podía respetar el principio de su Ley quebrada y, al mismo tiempo, perdonar al pecador.

El perdón que Jesús ofrece no es simplemente una declaración que nos libera de la culpa sino un sacrificio sustitutivo, mediante el cual la deuda queda completamente paga.

Nada se debe a la justicia: la misericordia pagó el precio. Es por eso que, en la cruz, la misericordia y la justicia se besaron.

Sal hoy, depositando tu confianza en ese amor maravilloso de Jesús. Y recuerda su promesa: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”. Isaías 43:25.



Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 10 de Julio del 2011.

¿CÓMO PODRÍA?
No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios?. Génesis 39:9.

Paco miró a un lado y al otro; quería tener la seguridad de que ningún conocido lo veía. 

Daba la impresión de que su corazón hacía un ruido tan escandaloso que llamaba la atención de los demás. Nunca había hecho nada parecido. Sentía miedo. 

¿Miedo de la disciplina? ¿O de lo que sus padres pensarían si descubriesen lo que había hecho?

El texto de hoy presenta la historia de un joven llamado José. En algún momento, este muchacho también vivió una experiencia como la de Paco. Pero, él supo decidir.

La historia de José abarca muchas páginas del libro del Génesis. Sin embargo, hoy vamos a concentrarnos solo en un episodio de su vida; uno de los relatos más inspiradores de la Biblia.

José había descubierto lo que significa ser cristiano. La historia bíblica relata que José había hallado gracia a los ojos de Potifar, y lo había nombrado mayordomo de su casa y le había confiado todo lo que tenía.

Pero, un día, la esposa de Potifar comenzó a mirarlo con ojos de codicia, y se acercó a José tentadoramente.

El versículo 7 relata: “Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mí señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene”.

Date cuenta del respeto que José tenía por el prójimo. Él vivía la regla de oro: “Trata a las personas como quieres que ellas te traten”.

Pero, la última parte del versículo de hoy presenta una pregunta que este joven extraordinario se hizo a sí mismo ante la tentación.

Este es el centro del mensaje de hoy: “¿Cómo, pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios?

En el momento de la tentación, la preocupación de José no fue “¿Qué dirán mis padres?” o “¿Qué pensará Potifar?”

No pensó en las consecuencias en esta tierra. La pregunta que se hizo fue: ¿Cómo, pues, haría yo este gran mal, y pecaría contra Dios? En otras palabras, ¿cómo heriría su corazón?

José había descubierto el secreto de la vida cristiana: su vida era una vida de amor y de compañerismo con Dios.

En el momento de la tentación, su preocupación fue no defraudar la confianza de su Padre amado. Sal, hoy, tomado de la mano de Jesús y, frente a la tentación, pregúntate, como José: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal y pecaría contra Dios?”. Génesis 39:9.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 9 de Julio del 2011.

MORIR PARA SERVIR
Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45.

Nació para morir. Vivió a la sombra de la cruz. En todo momento sabía que se dirigía al Calvario.

Era consciente de su misión. Había venido al mundo con el fin de dar su vida en rescate por muchos.

Jamás la mente humana podrá entenderlo; la eternidad no será suficiente para contemplar la dimensión de su amor.

El Rey del universo, adorado y servido por millones y millones de ángeles, renunció a su Trono y vino a este mundo. Nació en un pesebre, porque la raza a la cual había ido a servir ni siquiera se molestó en brindarle un rincón cualquiera para que naciera.

Desde el inicio de su ministerio, su vida fue de servicio. Curó leprosos, cuando nadie se atrevía siquiera a aproximarse a ellos; encontró ciegos y, con el toque maravilloso de sus manos, les devolvió la visión; buscó a los desesperados, rechazados e indignos, y les devolvió la dignidad.

Jamás le importó si sus enemigos lo acusaban de juntarse con los pecadores. A fin de cuentas, era por ellos que lo había dejado todo allá, en el cielo, y había descendido a esta tierra de humillación y de pecado.

Anduvo por las calles polvorientas de Galilea en busca de la oveja perdida. Cuanto más ella corría, tanto más él la buscaba.

En ningún momento tomó el hecho de ser Dios como cosa a la cual aferrarse, sino que se despojó de sí mismo y aceptó la muerte de cruz, afirma Pablo.

Finalmente, llegó el día para el cual había venido a la tierra. El momento supremo; la hora crucial en que el amor y el dolor se abrazarían; el instante del sacrifico mayor, de la entrega infinita.

El Rey de reyes y Señor de los señores, Creador del universo y dueño absoluto de cielos y tierra, descendería a los niveles más profundos de la humillación.

Sería clavado como un paria, en una cruz reservada para los peores delincuentes. Pagaría de este modo el precio de la redención humana; lo pagaría con su sangre.

Rescataría al hombre del poder de la muerte. Lo traería hacia la dimensión de la vida. Que el sacrificio de Jesús en tu favor inspire tus acciones hoy. Sirve, entrégate, dónate.

Es la única forma de vencer al imperio de la muerte. Porque: “el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”. Marcos 10:45.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo
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