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Matutina del 1 de Septiembre del 2011.

A SU IMAGEN
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Génesis 1:27.

Abelardo volvió a mirarse en el espejo, y otra vez tuvo ganas de quebrarlo.

Sintió pena y asco, al mismo tiempo: pena de ver hasta dónde había llegado; asco de ser la patética figura que era.

¿Adónde iría? ¿Quién podría ayudarlo? No estaba seguro de querer verse otra vez; al menos no así, en ese estado deplorable.

La triste figura que veía reflejada era el resultado de años de esclavitud. Se consideraba una piltrafa humana, incapaz de decir que no; sin fuerzas para quebrar las cadenas que lo sometían a la drogadicción.

Un día, llegó a sus manos un folleto que comentaba el versículo de hoy. La lectura del folleto lo hizo pensar: ¡él había sido creado a imagen y semejanza del Creador!

Evidentemente, la figura que veía en el espejo no era ni tan siquiera una imitación grotesca del ser humano que saliera un día de las manos de Dios.

Algo había sucedido a lo largo del camino; algo extraño, malo, pernicioso...

Lo peor que el pecado hace en el ser humano es desfigurar la imagen del Creador.

No se trata únicamente de un asunto físico: el hombre tenía un carácter semejante al de Dios, centralizado en el amor.

Pero, el pecado lo volvió egoísta, cínico, cruel y, con frecuencia, despiadado.

El propósito de la redención es restaurar, en el ser humano, la imagen perdida de Dios. Esa transformación sucede mediante la convivencia diaria con Jesús.

Así sucedió con los discípulos, y así sucederá contigo, si buscas a Jesús constantemente.

Las frecuentes derrotas llevaron a Abelardo a buscar a Jesús. En desesperación, cayó un día a sus pies, y le dijo:

Señor, he luchado solo y no logré nada. ¿Puedes hacer algo por mí?

La oración no había salido todavía de sus labios, cuando la respuesta de Jesús se hizo presente.

En la penumbra de su mente entenebrecida por las drogas, sintió el toque divino del amor y el deseo de levantarse del polvo.

Conocí a Abelardo en un congreso de jóvenes; sus ojos brillaban de emoción, mientras me contaba su historia.

Por eso, hoy, sal hacia el cumplimiento de tus deberes diarios recordando que no eres fruto del acaso: Dios tiene, para ti, un propósito maravilloso porque, un día,

creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”. Génesis 1:27.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 31 de Agosto del 2011.

¿QUÉ HARÁS?
Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!. Mateo 27:22.

¿Por qué murió Jesús? Él no fue un loco suicida, que había perdido las ganas de vivir; tampoco era un revolucionario social, que pagó el precio osado de sus ideas.

No fue un delincuente, condenado por sus delitos.

Todo lo que había hecho, mientras vivió en la tierra, fue en favor del ser humano. Entonces, ¿por qué lo crucificaron?

Cuando, aquella tarde, la multitud gritó: “¡Sea crucificado!”, no estaba haciendo otra cosa sino cumplir el plan trazado desde antes de la fundación del mundo:

Jesús tendría que morir; el justo tendría que entregar su vida por los injustos. Era la única manera de salvar al pecador.

El hombre había caído, y estaba condenado a la muerte. No se trataba solo de la muerte eterna: la vida, en esta tierra, sería, para él, un permanente morir cada día, lentamente, de a poco...

Pero, Jesús nos amó tanto que dejó todo en el Reino de los cielos, y vino a sufrir la muerte que nosotros merecíamos.

Pasarán los siglos, y la eternidad no será suficiente para entender la inmensidad del amor de Dios.

¿Por qué tendrías que vivir, entonces, cargando el peso de la culpa o pensando que no tienes el derecho de ser feliz?

El precio de tu delito ya fue pagado; tus pecados ya han sido perdonados. Todo lo que falta es que digas qué harás con Jesús, llamado el Cristo.

Pilato preguntó al pueblo lo que él haría con Jesús. ¿Por qué necesitaba preguntar?

Nadie te puede decir lo que harás con el Maestro; eres la única persona que puede responder a esta pregunta.

¿Qué harás con su sacrificio? ¿Habrá valido la pena que él muriera por ti?

Es lamentable que, muchas veces, tenemos miedo de asumir la responsabilidad de una respuesta; preferimos que otros decidan.

Pero, cuando se trata de la vida espiritual, nadie puede responder por ti. Jesús ocupó tu lugar en la cruz, a fin de que tú no le dieses el lugar de tu responsabilidad a nadie.

La respuesta es solo tuya, y de eso depende tu destino eterno.

Hoy es un nuevo día en tu vida. Podrá haber sombras, o tempestad o truenos, pero es un nuevo día; un día para decidir.

Decidir es vivir; o morir: depende de lo que harás tú con el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario.

Sal con este pensamiento, recordando que “Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Meditad en vuestros caminos. Martes 30 de agosto

Meditad en vuestros caminos. Martes 30 de agosto.

Incansables en su oposición, los samaritanos debilitaban "las manos del pueblo de Judá, y los arredraban de edificar. 

Cohecharon además contra ellos consejeros para disipar su consejo, todo el tiempo de Ciro rey de Persia, y hasta el reinado de Darío rey de Persia" (Esdras 4:4, 5).

Mediante informes mentirosos despertaron sospechas en espíritus que con facilidad se dejaban llevar a sospechar.

Pero durante muchos años las potestades del mal fueron mantenidas en jaque, y el pueblo de Judea tuvo libertad para continuar su obra...

La oposición de sus enemigos era enérgica y resuelta, y gradualmente los constructores se descorazonaron.

Algunos de ellos no podían olvidar la escena ocurrida cuando, al colocarse la piedra angular, muchos habían expresado su falta de confianza en la empresa.

Y a medida que se envalentonaban más los samaritanos, muchos de los judíos se preguntaban si, al fin de cuentas, había llegado el momento de reedificar. Este sentimiento no tardó en difundirse.

Muchos de los obreros, desalentados y abatidos, volvieron a sus casas, para dedicarse a las actividades comunes de la vida.

La obra del templo progresó lentamente durante el reinado de Cambises.  Y durante el reinado del falso Esmerdis (llamado Artajerjes en Esdras 4:7), los samaritanos indujeron al impostor sin escrúpulos a que promulgara un decreto para prohibir a los judíos que reconstruyeran su templo y su ciudad.

Durante más de un año quedó descuidado y casi abandonado el trabajo del templo. La gente habitaba sus casas, y se esforzaba por alcanzar prosperidad temporal; pero su situación era deplorable.

Por mucho que trabajase, no prosperaba. Los mismos elementos de la naturaleza parecían conspirar contra ella.

Debido a que había dejado el templo asolado, el Señor mandó una sequía que marchitaba sus bienes.

Dios les había concedido los frutos del campo y de la huerta, el cereal, el vino y el aceite, como pruebas de su favor; pero en vista de que habían usado tan egoístamente estos dones de su bondad, les fueron quitadas las bendiciones.

Tales eran las condiciones durante la primera parte del reinado de Darío Histaspes. Tanto espiritual como temporalmente, los israelitas estaban en una situación lastimera.

Tanto tiempo habían murmurado y dudado; tanto tiempo habían dado la preferencia a sus intereses personales mientras miraban con apatía el templo del Señor en ruinas, que habían perdido de vista el propósito que había tenido Dios al hacerlos volver a Judea...

Pero aun en esa hora sombría había esperanza para los que confiaban en Dios. Los profetas Ageo y Zacarías fueron suscitados para hacer frente a la crisis.

En sus testimonios conmovedores, esos mensajeros revelaron al pueblo la causa de sus dificultades.

Declararon que la falta de prosperidad temporal se debía a que no se había dado el primer lugar a los intereses de Dios.

Si los israelitas hubiesen honrado a Dios, si le hubiesen manifestado el respeto y la cortesía que le debían, haciendo de la edificación de su casa su primer trabajo, le habrían invitado a estar presente y a bendecirlos (Profetas y reyes, pp. 418-420).


Matutina del 30 de Agosto del 2011.

LO ESCARNECÍAN
Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, e escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!.  Mateo 27:29.

Uno de los más bellos discursos que escuché fue pronunciado por quien fuera presidente de la Rep. del Perú, Fernando Belaúnde Terry.

Al descender del avión, retornando de Punta del Este después de una reunión de presidentes en la que había sido ovacionando de pie, pronunció las siguientes palabras:

“¿Qué me aplaudes, pueblo peruano, si fui a Punta del Este porque tú me enviaste? ¿Y qué laureles me alcanzas, si tú te los ganaste?”

¡Extraordinario! ¡Una joya del discurso! Expresa el valor de una corona de laureles: los seres humanos la buscan desesperadamente porque simboliza éxito, prosperidad y victoria.

Pero, Jesús vino a este mundo a recibir una corona de espinas, que simboliza dolor, sufrimiento y vergüenza.

Y lo importante es que, al dejar sus mansiones celestiales y descender a este mundo manchado por el pecado, Jesús sabía a lo que estaba viniendo; sabía lo que le esperaba. Y así mismo, vino.

Desde su niñez, el Salvador del mundo sabía que el camino por recorrer estaba alfombrado de lágrimas y aflicciones; a fin de cuentas, eso es lo que el pecado había introducido en este mundo.

¿Cómo librarnos de las espinas, sin sorber el amargo vaso del dolor?

Aquel día, el universo temblaba en todos sus rincones. Los verdugos se arrodillaban, con sarcasmo, delante de Jesús y lo llamaban rey.

Mal sabían ellos que, un día, se volverán a arrodillar; no más para burlarse de él, sino para clamar a las rocas y a los montes que caigan encima de ellos y los oculten de la presencia de aquel que un día despreciaron.

Hoy es el día: o te arrodillas hoy con santo temor y cuando él vuelva te levantas, alegre, para recibirlo, o te levantas hoy para burlarte y te arrodillas, en el día final, para reconocer su señorío.

Nadie puede huir; ningún argumento sirve para postergar la decisión.

El Maestro está a la puerta del corazón y llama. Hoy es el día de buena nueva: entrégale el corazón mientras eres joven, mientras puedes andar con tus propios pies.

Él está allí, con los brazos abiertos, esperándote. No te olvides: “Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 29 de Agosto del 2011.

RESPONSABILIDAD PERSONAL
El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él. Ezequiel 18:20.

Iva por el mundo, de ciudad en ciudad, cargando el peso de la culpa, buscando aire puro para su corazón manchado de angustia; de hotel en hotel, peregrino de la vida, ¿o de la muerte?

Ni él mismo sabía lo que pasaba en la maraña de sus pensamientos. Tenía dinero, pero de nada le servía.

Dinero sucio, robado del sudor del pueblo; dinero que le compraba cosas, pero que no lo hacía feliz. Hasta que, un día, lo aprendieron y lo llevaron de vuelta a su país.

–Pude seguir huyendo, pero no lo hice; creo que en el fondo quería estar preso. Estaba cansado de andar sin rumbo –me dijo cuando hablé con él.

Había leído un libro escrito por mí, y me pidió que lo visitara. Era famoso. Su caso había tenido mucha repercusión en la política nacional.

Cuando lo vi, no era ni la sombra del hombre poderoso que yo había conocido a través de los medios de comunicación.

Estaba ahí, sentado frente a mí, con el cabello y la barba de muchos días, ojos sin brillo; triste y dispuesto a abrirle el corazón a un consejero espiritual.

–No me arrepiento –continuó–. Mis padres fueron pobres. La sociedad injusta los había condenado a una vida de miseria y, desde niño, me propuse que, para mí, la vida sería distinta.

La sociedad es la culpable, ¿y yo debo pagar por eso? Pero el versículo de hoy dice lo contrario. 

El único responsable por lo que me ocurre soy yo. No puedo echarle la culpa a nadie.

Es posible que viva en una sociedad injusta, que la educación que recibí de niño haya sido desfavorable; puede ser, incluso, que la vida haya sido cruel, pero el lugar donde se deciden las actitudes es el tribunal de la conciencia de mi corazón.

No puedo huir de mi responsabilidad personal.

Vivir es decidir. Todos los días, a cada momento; desde que te levantas hasta que te acuestas. No puedes huir de esa realidad.

Parte hoy con Jesús para enfrentar tus responsabilidades. Pídele que te ayude a tomar decisiones sabias porque, un día,

el alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él”. Ezequiel 18:20.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 28 de Agosto del 2011.

PRIMERO LO DE ADENTRO
¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio. Mateo 23:26.

Lo primero que el escritor necesita, al redactar cualquier artículo, es asir el pensamiento central:

este es el fundamento, la espina dorsal que sostendrá las palabras; todo lo demás es complemento.

Por más bellas que sean las expresiones, si no existe nada por dentro, es solo una colección de palabras vacías.

La vida cristiana es muy parecida.

Pero, el ser humano siempre tuvo dificultad para entender esto. Su preocupación es la apariencia, lo que se puede ver; tal vez, por su incapacidad de discernir lo que existe en el corazón de las personas.

El pueblo de Dios, en los tiempos de Cristo, vivía este drama. Una exagerada preocupación con “parecer” bueno; énfasis en la apariencia.

Creía que, cuanto más extensa fuese la cantidad de prohibiciones, más santa sería la vida religiosa. Tal vez, sus intenciones fuesen buenas; quién sabe, fuese sincero.

Es lamentable que la sinceridad nunca fue un sinónimo de estar en el camino correcto.

El tiempo se encargó de demostrar cómo esa manera de ver las cosas solo conducía a la desesperación, al desencanto y a la frustración espiritual, por no alcanzar lo que se había propuesto.

El Señor Jesucristo lo confrontó con la realidad del Espíritu: “Limpia primero lo de dentro”. ¡Qué mensaje!

Lo de afuera es consecuencia, resultado, fruto o como lo quieras llamar; lo esencial, lo básico, lo indispensable, lo que realmente vale es lo que hay dentro.

Jesús había venido al mundo exactamente con el objetivo de realizar esa obra que ningún ser humano puede lograr:

transformar la naturaleza interior; limpiar la fuente de las intenciones y de los sentimientos; curar de verdad, y no solamente colocar un adhesivo para disfrazar la herida.

¡Autenticidad! Esa es la palabra correcta.

Una vida auténtica es una vida fundamentada en Cristo; cualquier experiencia que vivas separado de él es cáscara, fachada, apariencia.

No esperes caer, agonizante, en el camino de la vida para entender un mensaje tan simple.

Haz de este un día de comunión con Jesús. Vive con él todos los días. No te separes del Maestro en ningún momento, y verás que los frutos maravillosos de la vida cristiana aparecerán en tu vida, como un resultado natural de vivir al lado de Jesús.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 27 de Agosto del 2011.

¿QUÉ SEÑAL?
Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?. Mateo 24:3.

La curiosidad es innata en el ser humano; en realidad, es el primer paso hacia el descubrimiento.

Nada habría sido descubierto en el mundo, si el hombre no fuese curioso por naturaleza.

Pero, la curiosidad debe ser orientada de forma correcta; de otro modo, puede llevar, incluso, a la destrucción.

Esa fue la tragedia de nuestros primeros padres. La pregunta: “¿Qué señal habrá de tu venida?”, se encuentra repetida varias veces en la Biblia.

El ser humano desea conocer no solo las señales, sino también la fecha exacta del mayor evento de la historia.

Pero, por algún motivo especial, Jesús no especificó la fecha de su venida.

Éramos nueve hermanos. Papá trabajaba en las minas, y llegaba a casa cada dos semanas.

Antes de viajar, nos dejaba una lista con los deberes que debíamos cumplir antes de su llegada. Eran deberes diarios, pero nosotros dejábamos todo para la última hora.

Cuando llegaba el día final, nos distribuíamos las tareas, y en pocas horas teníamos todo listo. Papá se emocionaba al llegar. ¡Pensaba que tenía hijos maravillosos y obedientes! Estaba engañado.

Cierto día, hubo un accidente en las minas. Los trabajos fueron suspendidos, mandaron a todos los trabajadores para la casa, y él llegó antes de lo previsto.

Para sorpresa suya, se encontró con la triste realidad: los hijos queridos no eran tan maravillosos como él pensaba.

Esta es apenas una historia, y mi padre solo un ser humano. No tenía la capacidad de conocer el corazón de los hijos. Pero, Dios es Dios, y con él las cosas son diferentes.

Mucha gente se pregunta por qué Jesús no anunció el día exacto de su regreso.

Creo que la razón es la naturaleza del corazón humano: si supiésemos el día exacto, viviríamos sin tener en cuenta sus consejos; faltando pocos días, arreglaríamos la vida y trataríamos de prepararnos para ir con él.

Esto no le haría ningún bien al ser humano. Por eso, Jesús incluyó el elemento sorpresa; y el énfasis que la Biblia da no es a la fecha, sino a la preparación del ser humano para encontrarse con el Señor.

Haz de este día un día de preparación, recordando que, aunque no sabemos el día ni la hora de la venida de Cristo, todo indica que estamos viviendo los últimos tiempos de nuestra historia en esta tierra.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 26 de Agosto del 2011.

EL CAMINO DE LA GLORIA
Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Mateo 23:12.

¿Qué deseaba el Señor Jesús, al hacer una declaración como esta? ¿Filosofar? ¿Presentar un enigma? ¿Simplemente confundir? ¡No!

¡Jamás salió de la boca del Maestro un consejo que no fuese realidad de vida!

Solo que, para entender la practicidad de sus palabras, es necesario, a veces, fracasar.

El dolor es un maestro convincente: el dolor trae, bajo sus alas, la vergüenza; el dolor y la vergüenza te conducen a las profundidades penosas del fracaso, tierra fértil para el análisis y la meditación.

Entonces, entiendes que podrías haber escalado la cumbre de tus sueños, yendo por un terreno más seguro, aunque quizá más difícil.

El versículo de hoy nos muestra las contradicciones entre el Reino de Dios y el reino de los hombres:

en el Reino de Dios, caminas para abajo y, sin embargo, asciendes; diferente del reino de los hombres, en el que tratas de llegar arriba y te descubres en el terreno pantanoso del abismo.

El egoísta corazón humano es incapaz de entender las cosas del Espíritu.

Por eso, la vida, en este mundo, es la desesperada carrera detrás de la gloria, el poder, las luces y los aplausos.

Para alcanzarlos, se echan a un lado los valores, los principios y hasta el respeto propio.

Un día, puedes lograr lo que tanto buscas, pero entonces descubres que continúas vacío, y te desesperas y no sabes hacia dónde más correr.

Cuando te dejas guiar por el Espíritu, las cosas son diferentes: tu gloria es el camino de la abnegación, del servicio, de la renuncia y del altruismo. No buscas gloria, tratas de servir.

Pero, extraño como parezca, ese camino te conduce a las alturas, y un día te descubres en medio de las pantallas que no buscaste: es el brillo de una noche de sueño tranquilo, la paz de un corazón que no debe, y la quietud del amor de gente querida, a la que supiste hacer feliz.

Hoy es un nuevo día, y una nueva oportunidad para reorientar tus valores y analizar la búsqueda de tu corazón:

¿Hacia dónde te diriges? ¿Qué blancos persigues? Déjate guiar por la Palabra de Dios, y haz de este un día de servicio, “porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”. Mateo 23:12.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 25 de Agosto del 2011.

¡CERCADO!
Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. Mateo 22:15.

Mientras Cristian se coloca la corbata antes de dirigirse al trabajo, nota un aire de tristeza en su mirada, y se pregunta:

¿Qué pasa conmigo?

Continúa observando su rostro. Concluye que el motivo de esa preocupación es la insistente persecución de sus compañeros de trabajo.

La actitud hostil de sus amigos está afectando su ánimo, y últimamente siente un leve temor inconsciente al ir a la oficina.

Todo empezó cuando Cristian descubrió la Biblia, y quiso compartirla con sus colegas: unos se burlaron, otros se mantuvieron indiferentes y otros, incluso, dejaron de hablar con él.

Pero, desde el día en que Cristian se bautizó, las cosas empeoraron:

últimamente, los colegas lo cercan, observaban todo lo que él hace y dice, con la intención de hallar alguna falta en sus actitudes y reprocharle que es un hipócrita, al decir que su vida ha cambiado desde que conoce a Jesús.

El versículo de hoy presenta a Jesús, al enfrentar las mismas circunstancias que Cristian.

Con una diferencia: los fariseos hacían las mismas cosas que los colegas de nuestro joven no solo con el propósito de burlarse o dejarlo en ridículo, sino con el objetivo de condenarlo y matarlo.

En la vida cristiana, muchas veces vas a pasar por ese tipo de situaciones.

Gente que te observa solo con el deseo de encontrar una aparente contradicción entre lo que dices y lo que haces; gente que, muchas veces, va a preguntar sobre tu fe solo para encontrar algún error.

Sí dices “”, te acusarán y condenarán por la respuesta afirmativa; si dices “No”, vendrán contra ti por haber negado.

Nada de lo que hagas o dejes de hacer los satisfará. Te arrinconarán en una esquina de la argumentación, con el objetivo de hacerte perder la paciencia y exasperarte.

No les hagas caso; no reacciones defensivamente. Es eso lo que buscan.

Pide a Dios mansedumbre, ternura, paciencia. Muchas veces, por detrás de las personas con ese tipo de actitud, hay gente sincera, que es tocada por el Espíritu Santo, mediante la simplicidad y la nobleza de tu reacción.

Sal hoy, sabiendo que vives en un mundo en el cual el camino no está siempre alfombrado de rosas para los hijos de Dios.

Pero, a pesar de eso, las mismas espinas que muchas veces hacen sangrar tus pies son las bendiciones que el Señor te está preparando.

Así fue con Jesús: “Fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra”. Mateo 22:15.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 24 de Agosto del 2011.

EL SILENCIO DEL PADRE
Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?. Mateo 26:40.

El dolor de Jesús, aquella noche, aumentaba en intensidad al comprobar la indiferencia de sus discípulos.

Ellos ni siquiera podían ayudarlo a orar: dormían como si nada anormal estuviese sucediendo.

¡Ironía de la vida! En el mar de Galilea, una noche, Jesús dormía mientras ellos se desesperaban. ¿Cuál era el motivo de su desesperación? ¡Una simple tormenta! 

Pero, ahora que el clímax de la tormenta cósmica se avecinaba y que el destino de la humanidad estaba en juego; ahora, que la vida eterna, y no solo la mezquina vida terrenal, estaba por ser decidida, ellos dormían.

¿Te das cuenta cómo los seres humanos valoramos las cosas y las situaciones? ¡Que Dios tenga misericordia de nosotros!

Al verse solo, Jesús, aquella noche, oró a su Padre, y aparentemente no obtuvo respuesta. Su oración fue:

Padre, si puedes, pasa de mí esta copa, pero no sea hecho conforme a mi voluntad sino a la tuya”.

El cálice, o copa, es usado en la Biblia, a veces, como un símbolo de las bendiciones divinas, y otras como símbolo de la ira de Dios.

En el Getsemaní, con toda seguridad, el cálice de Jesús era la más grande bendición que el ser humano podría recibir.

¿Por qué?

Porque Jesús estaba recibiendo la ira de Dios, provocada por nuestro pecado; estaba ocupando nuestro lugar. Éramos nosotros sobre quienes el cálice de la ira divina debería ser derramado.

Pero, el Señor Jesús te amó tanto que entregó su vida para ocupar tu lugar. ¡Qué bendición!

Jesús oró, aquella triste noche, y aparentemente no recibió respuesta de su Padre; aparentemente, porque el silencio del Padre fue su respuesta:

no había otra manera de salvar a la humanidad; no había otra salida.

En aquel momento, en las manos de Jesús estuvo nuestro destino: dependía de él. Si lo hubiese querido, habría podido retornar al cielo, y estaríamos perdidos para siempre...

¿Eres tú capaz de entender el silencio divino?

Ora a Dios, y confía en él. Ora mucho, y que la triste historia de los discípulos no se repita:

Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?”. Mateo 26:40.



Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 23 de Agosto del 2011.

DECISIÓN
Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. Mateo 20:16.

Cuando el texto de hoy habla de “primeros y postreros”, no se refiere a una carrera en la que unos llegan en primer lugar y otros se quedan relegados al final.

El pensamiento central es el poder de la decisión. Muchos son llamados.

La Biblia es un libro de permanente invitación al pecador: Dios llama, insiste, y toca incesantemente a la puerta del corazón humano.

Lo llama porque lo ama; desea que el hijo sea feliz. Y sabe que, lejos del Creador, la criatura será siempre incompleta y, por tanto, infeliz.

Pero, la triste realidad es que no todos aceptan la invitación divina; pocos, en comparación con el total de la humanidad.

En Sodoma, solo se salvó una familia; en ocasión del diluvio, sucedió lo mismo; y al final de los tiempos, la historia se repetirá. Serán pocos los que, finalmente, serán escogidos porque dijeron “”.

El versículo de hoy dice más: asevera que quienes más oportunidades tuvieron serán los que más desperdiciarán la invitación.

Los postreros, aquellos que se pensaba que no serían, serán; mientras que los primeros, aquellos que tenían todo a su favor, se perderán.

El núcleo de la decisión está en el poder de la voluntad.

Dios dio libertad al ser humano, y la respetará hasta el fin. No puede obligarte; no puede derribar la puerta del corazón y entrar en contra de tu voluntad: tú tienes que querer, tú tienes que decir que sí.

En el momento que lo hagas, todos los ejércitos celestiales correrán para ayudarte; pero, nadie puede hacer nada por ti, si te niegas a abrir.

Todos los días tomas decisiones. Unas te llevan hacia el dolor y el sufrimiento: son decisiones de muerte.

Otras, te conducen al servicio y a la entrega: son decisiones de vida. Haz de este día un día de decisiones sabias.

¡Abre el corazón a Jesús! ¡Permítele entrar! Deja que él trabaje en ti, desde adentro hacia afuera.

Que corrija las cosas que necesitan ser corregidas; que limpie lo que necesita ser limpiado; en fin. Que coloque orden, paz, perdón, y la seguridad de que eres una nueva criatura, renacida en Cristo.

No te atrevas a enfrentar los desafíos de este día desconocido para ti, sin pensar en el poder de tu decisión, porque “los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”. Mateo 20:16.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 22 de Agosto del 2011.

¿QUIERES SER PERFECTO?
Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Mateo 19:21.

El versículo de hoy tiene que ver con el encuentro entre Jesús y el joven rico. Sucedió en Jericó.

El Maestro ya se iba, cuando un joven salió de entre la multitud, se arrodilló ante Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

La respuesta fue: “Vende lo que tienes y dalo a los pobres”.

Aquel joven tenía el corazón embargado de amor por el dinero; vivía en función de las cosas materiales.

Pero, acariciaba inquietudes espirituales: anhelaba entrar en el Reino de los cielos, pero no conocía el camino.

Entonces, Jesús procuró enseñarle la más importante de las lecciones que el cristiano necesita aprender:

el cristianismo es vivir una vida de amor con Jesús, y el resultado de esa experiencia de amor será la perfección.

Tal vez, tú respires aliviado, en este momento, pensando que el consejo de Cristo no te sirve, porque tú no tienes mucho dinero.

Bueno, el problema de aquel joven era el dinero; pero, todos tenemos el corazón cargado de alguna preferencia, que no siempre es Jesús.

De modo que el mensaje es: no vale mucho la pena que quieras ser un buen cristiano, si no tienes la seguridad de que te has enamorado de Jesús.

El amor debe ser la motivación; es por amor que haces o no haces.

El cristianismo no consiste solamente en portarse bien y cumplir todo lo que la iglesia espera de ti: tu motivación debe ser el amor de Dios.

Dame, hijo mío, tu corazón, y que tus ojos se fijen en mis caminos”, aconseja Dios.

Pero, si no has entregado el corazón a Jesús; si tus sentimientos no son enteramente suyos; si todo tu ser no vive en función del amor que él te inspira, tu vida será simplemente un conglomerado de deberes y de obligaciones.

No serás feliz, y aprovecharás cualquier motivo para abandonarlo todo.

Haz de este un día de entrega al Señor. Entrégale el corazón; solo Jesús puede colocar, en ti, las motivaciones correctas.

Y, cuando te hayas enamorado de él, verás que todo lo que antes te parecía hueco y sin sentido empieza a cobrar significado.

Y entenderás lo que Jesús quiso significar, al afirmar que vino a este mundo con el fin de que tengas vida, y la tengas en abundancia.

Parte para tus obligaciones diarias; pero, recuerda el consejo divino:

Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”. Mateo 19:21.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 20 de Agosto del 2011.

HIJOS DE DIOS
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Romanos 8:14.

¿Ser guiado? Al ser humano no le gusta ser guiado; está en su naturaleza.

Desde pequeño, quiere hacer las cosas sin la orientación de nadie: el bebé intenta comer solo, y se embadurna el rostro; el niño que aprendió a caminar, corre como un cabrito, se choca contra la vitrina de vidrio, y sale llorando y sangrando.

Esa fue la primera tragedia del ser humano, en el Jardín del Edén. Dios le había ordenado: “No comerás”.

Pero, vino la serpiente y le “mostró” que comer no le haría mal: “Seréis como Dios”, le afirmó. Y Eva creyó.

Decidió escoger su propio destino; seguir a “su corazón”, y no a la Palabra de Dios.

¿Cuál fue el resultado?

A partir de aquel día, el ser humano continuó buscando su propio rumbo. Un camino que, a pesar de sus buenas intenciones, lo lleva hacia la muerte.

Pasó a pertenecer al reino de las tinieblas; y, en medio de las tinieblas, no ve nada y acaba hiriéndose.

Cuando Jesús estuvo en la tierra, dijo a un grupo de personas: “Vosotros sois hijos del diablo y las obras de vuestro padre, el diablo, queréis hacer”. ¿Hijos del diablo?

¡Palabras duras, demasiado duras para ser oídas! Pero, reflejan una triste realidad para la criatura rebelde.

Y ahora viene San Pablo, y afirma: “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”. ¿Qué?

¿No basta nacer, para ser un hijo de Dios?

Por la declaración del apóstol, no: todos venimos a este mundo cargando la naturaleza pecaminosa rebelde, que desea obrar su propia voluntad.

En algún momento de la vida, es necesario escoger, decidir, aceptar ser guiado por Dios. Entonces, pasamos de muerte a vida.

Porque Jesús conoce el camino mejor que nosotros, y ciertamente nos conducirá hacia una vida plena en esta tierra, y hacia la vida eterna cuando vuelva por segunda vez.

¿Cómo viví hasta aquí? ¿Quién dirigió mi vida? ¿Hacia dónde me dirijo hoy?

¿Estoy seguro de que mis decisiones y mis acciones son aprobadas por Dios, o simplemente estoy siguiendo los impulsos naturales de mi corazón rebelde?

Estas son preguntas que debo responder antes de enfrentar los desafíos que un nuevo día me presenta.

¿Y tú? ¿Ya revisaste tus planes para hoy? ¿Ya los depositaste en las manos de Jesús? Hazlo.

Porque “todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios”. Romanos 8:14.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 18 de Agosto del 2011.

COMPASIÓN DIVINA
Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Mateo 14:14.

¿Alguna vez te has preguntado cómo el Señor Jesús podría entender tu sufrimiento humano, si él es un ser divino?

El texto de hoy habla de la compasión divina.

Jesús se compadeció de la multitud aquella mañana, en Capernaum, y se compadece también de ti, hoy. Pero, esa compasión no es pena.

Jesús no siente pena de ti: la “compasión” mencionada aquí es, más bien, empatía; la capacidad de entender el drama del ser humano.

La palabra, en el original griego, es splagnizomai, que literalmente significa “mover el contenido de una olla”.

Esto es, los sentimientos de Jesús fueron movidos como por un remolino, al observar el dolor de los hombres.

Jesús tiene la capacidad de entender tu dolor, porque un día se hizo hombre. No se disfrazó de ser humano: se volvió semejante a nosotros.

Cargó, en su cuerpo, la naturaleza física deteriorada por cuatro mil años de pecado; sintió dolor, hambre, frío, sed y calor.

Fue rechazado, traicionado, despreciado y, al fin, muerto injustamente. ¿Por qué no podría, entonces, entender el dolor que sientes en este momento, porque alguien te traicionó?

¿Por qué piensas que se mantendría indiferente al sufrimiento que se apodera de tu corazón cada vez que te menosprecian?

Me emociono cada vez que pienso en el amor maravilloso de Jesús por mí. Nada soy; nada merezco. Y, sin embargo, él es capaz de entender las acritudes de mi corazón, y de extenderme la mano cada vez que me siento solo.

El problema es que, a fin de estar seguro de su amor, incluso en las horas de tristeza, necesitas conocerlo.

Y no es posible conocer a alguien con quien no convives. ¡Convivir con Jesús! Esa es la clave de una vida feliz, aun en medio de las tormentas.

¿Cómo se convive con Jesús?

Separando todos los días tiempo para meditar en su amor, como lo estás haciendo hoy. Ora, lee la Biblia, gasta tiempo meditando en su vida y en su amor.

Y, al terminar esos momentos a solas con Jesús, verás que, aunque tu cielo parezca oscuro, el Señor colocará en tu corazón una fuerza capaz de andar por encima del mar, o de pisar las espinas que encuentres en tu camino.

Haz de este un día de confianza en Jesús.

Deposita sobre sus hombros las tristezas de tu corazón, no tus responsabilidades.

Después de haberlo hecho, parte para enfrentar los desafíos de un nuevo día, recordando que, un día, “saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos”. Mateo 14:14.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 17 de Agosto del 2011.

PREDESTINADOS
En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad. Efesios 1:5.

Mirna se detiene frente a un negocio donde venden loterías. Observa cómo la gente compra; capta el brillo de expectativa en los ojos de esas personas.

Quiere entrar y comprar, porque el premio de esa semana es de varios millones.

Ojalá tenga suerte”, piensa, y entra. Muchas personas, como Mirna, creen que las cosas suceden por golpes de suerte.

Por ejemplo, una coincidencia que surge en el exacto momento que se la necesita; una persona que se conoce en el momento justo; elementos sueltos que de pronto se organizan para resolver un problema, en fin...

A fin de cuentas, ¿qué es la suerte?

Algunos piensan que los fenómenos de la vida ocurren por azar, es decir, que nos puede suceder cualquier cosa sin ningún propósito; un cambio radical en la vida, pero ajeno a nuestra voluntad.

Hay otros que creen que existe un destino predeterminado, y que la vida se orienta hacia el cumplimiento de ese destino, sobre el cual no tenemos control.

Bueno, creer en la suerte o en el destino hace que las personas se sientan libres de sus responsabilidades y culpen a infortunadas circunstancias, o al destino, de las dificultades que aparecen por ahí.

Pero, si tú revisas la vida de la gente victoriosa, vas a notar que, aunque muchas de ellas encontraron coincidencias extraordinarias, no alcanzaron el éxito solo por esas coincidencias, sino por el trabajo denodado, el optimismo y la fuerza de voluntad que pusieron en lo que hacían.

Lo que determina la victoria o la derrota, el éxito o el fracaso, no es la suerte ni el destino, sino la confianza en Dios y el trabajo. 

El versículo de hoy afirma que fuimos predestinados para ser hijos de Dios; eso no significa que aunque no quieras vas a terminar siéndolo.

Existen muchos otros textos que declaran, con claridad, que la voluntad humana es soberana; Dios la respeta.

Por ejemplo, en Juan 3:16 no se dice que todos tendrán vida eterna, sino solo aquellos que creen.

Sal hoy a cumplir tus deberes, seguro de que Dios tiene un plan maravilloso predestinado para tu vida.

Pero, que ese proyecto solo se cumplirá si tú aceptas la promesa divina y confías en ella.

En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”. Efesios 1:5.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 16 de Agosto del 2011.

DEL CORAZÓN DE LA TIERRA
Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Mateo 12:40.

¡Por favor, no me digas que estás fracasado, si crees en el Señor Jesucristo!

Estás herido, tal vez; has recibido un golpe tan fuerte que hasta perdiste las ganas de vivir, es posible. Pero, fracasado nunca.

Este es uno de los mensajes del versículo de hoy.

La declaración de Jesús es más que una simple profecía relativa a su propia muerte y resurrección: es, también, la promesa profética de que, mientras vivas en este mundo de dolor, el sufrimiento y los ataques del enemigo te pueden alcanzar.

Pero lo que el enemigo te haga, por más terrible que sea, no es el punto final de la historia.

Jonás descendió a las profundidades más tenebrosas del mar.

Quién podría decir que un hombre, tragado por un pez gigantesco, podría volver a la vida. ¡Era imposible!

Jonás estaba acabado. ¿Acabado? Desde el punto de vista humano, tal vez; jamás, desde la perspectiva divina. 

Después de tres días y tres noches, sucedió lo improbable: el pez lo arrojó vivo en la playa, y la misión interrumpida de Jonás fue cumplida.

Con Jesús sucedió lo mismo: había sido crucificado en la cruz del Calvario, y Satanás pensó que había vencido.

Jesús estaba muerto; ¿no es la muerte el fin de todo? Sí, para los seres humanos; jamás, para Jesús.

Pero, al tercer día, el cuerpo del Maestro todavía se encontraba en el seno de la tierra, y el enemigo continuaba profiriendo carcajadas de victoria en el universo.

Era el primer día de la semana. Amaneció como cualquier otro día. Pero repentinamente la tumba se abrió; la muerte tuvo que dar lugar a la vida y Jesús resucitó.

¿Sabes lo que Jesús te dice hoy?

¡No temas, aunque todo te parezca perdido! No desesperes, aunque tus ojos no vean la salida; aunque tu día no tenga sol ni las aves canten en tu jardín.

Aunque el corazón te repita, una y otra vez, que llegaste al final, no le creas: ¡Dios continúa en el comando de la situación!

Dios es vida, y mientras te refugies en sus brazos, no habrá lugar para la muerte.

¿Te sientes hoy en el fondo del mar o en el corazón de la tierra?

Vuelve los ojos a Dios; reconoce tu insignificancia. Pero, al mismo tiempo, reconoce el poder de Dios y sigue adelante, a pesar de las circunstancias,

porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. Mateo 12:40.

¿Por qué no lo estarías tú, también?


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 15 de Agosto del 2011.

PREPARAR EL CAMINO
Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. Mateo 11:10.

El versículo de hoy se refiere a Juan el Bautista. Jesús afirmó, en cierta ocasión, que no se ha levantado, en todos los tiempos, un profeta más grande que este siervo humilde, morador del desierto.

Pero, si te pones a investigar la vida de Juan, verás que él nunca predijo ningún acontecimiento extraordinario.

Desde el punto de vista humano, no brilló, no desfiló con una corona de oro ni recibió laureles: todo lo que hizo fue preparar el camino para la llegada del Mesías.

Un día, vio aparecer al Prometido en una colina y, señalándolo, anunció a sus discípulos: “He ahí, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

Y después del bautismo de Jesús, desapareció; fue tomado preso. Y, en la prisión, dijo, con referencia al Maestro: “Conviene que él crezca y que yo disminuya”.

Finalmente, fue decapitado, sin aparente pena ni gloria. A los ojos del mundo, podría parecer un fracaso; no obstante, Jesús afirmó que fue el más grande.

La página gloriosa que escribió fue, simplemente, preparar.

¡Extraño! Porque, al ser humano natural, le gusta aparecer, ser la estrella de la fiesta. ¿Preparar?

¡Deja eso para los peones! Las estrellas solo aparecen a la hora del espectáculo.

Pero, en el Reino de Dios, las cosas no son como en el reino de los hombres; el mismo Señor Jesús nos enseñó eso.

Su escenario fue una cruz; su gloria, la humillación máxima; sus aplausos, los gritos ensordecedores de una multitud histérica: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

¿Por qué con Juan podría haber sido diferente? ¿Por qué tendría que serlo conmigo o contigo?

Sal hoy, para andar por los extraños senderos de esta vida. Pero, sal a “preparar”; atrévete a servir.

Deja que los otros busquen el fulgor de las luces y el calor de las pantallas; tú, simplemente, prepara.

Pero, prepárate para una sorpresa: quienes buscaron el brillo a cualquier costo podrán brillar por un instante, pero se apagarán; y el tiempo se encargará de hacerlos desaparecer en el polvo del olvido.

Tú, sin embargo, brillarás por toda la eternidad, al lado de Juan y del Señor Jesús.

Entonces ¡prepara!

Porque: “Éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti”. Mateo 11:10.



Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 14 de Agosto del 2011.

AUTORIDAD
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Mateo 10:1.

La joven cayó, arrojada por una fuerza descomunal. La audiencia, asustada, no sabía si correr, quedarse, llorar, gritar u orar.

Una cosa era cierta: aquella bella joven estaba poseída por el demonio. Y, cuando esto sucede, el demonio se cree la estrella del espectáculo.

Mientras Jesús peregrinó en este mundo, cumpliendo su misión, se confrontó muchas veces con casos semejantes: seres humanos que, por un motivo u otro, habían entregado su voluntad al poder del enemigo.

¿Y qué hizo el Maestro?

En su presencia, las fuerzas demoniacas temblaban: el mal no podía resistir la presencia del Bien, ni las tinieblas lograban soportar el brillo de la Luz.

¿Qué podría hacer la muerte delante de la Vida? ¿Qué poder maligno sería capaz de oponerse al Creador del cielo y de la tierra?

La Biblia está llena de relatos que muestran el poder libertador de Cristo.

Pero, antes de irse, el Maestro reunió a sus discípulos y les confirió “autoridad” para expulsar demonios.

Este versículo no habla solo de exorcismo: habla de libertad.

El poder libertador de Jesús está disponible hoy, para todos los que con sinceridad lo buscan.

Aquella noche, mientras predicaba y el poder del maligno se manifestó, también se manifestó el poder libertador de Cristo.

Y aquella joven, que durante tres años había sufrido horriblemente, retornó a su casa feliz, y libre en Cristo.

Muchos quedaron impresionados con este incidente, y nadie percibió que el milagro más impresionante de aquella noche no fue la liberación de la joven, sino la entrega de uno de los más peligrosos delincuentes de Río de Janeiro.

Joven, fornido, lleno de cicatrices en el cuerpo, me buscó al término de la reunión y me confió: “Pastor, yo entré peor que esa joven.

Es verdad que a mí el demonio no me echa al suelo ni me martiriza, como lo hacía con ella.

Pero, yo soy un pobre esclavo de las drogas y de la violencia que asola esta ciudad. Ahora me he entregado a Jesús, y siento paz en mi corazón”.

¡Así son las cosas con Jesús!

Por eso, si te sientes esclavizado por algún vicio o hábito destructivo que está aniquilando tu vida, confía en lo que declara la Escritura:

Entonces, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia”. Mateo 10:1.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 13 de Agosto del 2011.

¡SÍGUEME!
Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió. Mateo 9:9.

La Biblia es un libro que llama; una permanente invitación. Desde el Jardín del Edén, cuando Adán y Eva se escondieron del Padre y el Señor llamó: 

Adán, ¿dónde estás?”, hasta el último libro de la Biblia, que termina diciendo “Y el Espíritu y la esposa dicen: ven”.

La Biblia, también, presenta la respuesta de las personas a la invitación divina: muchos aceptaron; otros rechazaron; hubo un tercer grupo, que postergó la decisión. 

Estos últimos, sin quererlo, pasaron a formar parte del primer grupo: no decidir es rechazar. 

El propio Jesús lo declaró: “El que no es conmigo, es contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama”.

El versículo de hoy presenta el llamado de Mateo. Este hombre fue uno de los que se levantó y siguió a Jesús, sin vacilar.

Aceptar la invitación de Jesús implicaba cambiar completamente el rumbo de su vida: él tenía una vida cómoda, dinero, empleo y buena posición social.

Es verdad que el pueblo lo despreciaba por ser un funcionario público, pero eso no lo afectaba mucho; al fin de cuentas, tenía todo lo que el dinero es capaz de proporcionar.

Pero, no era feliz. Tener no significa ser. Puedes tener abundancia de cosas, pero no ser un hombre o una mujer feliz.

Pero, Jesús llegó a Mateo y le presentó la invitación: “Sígueme”. Y Mateo no lo dudó: se levantó, dejó todo y siguió al maestro.

¿Por qué tanta prisa? Porque Jesús “pasaba”, afirma el texto; Jesús siempre pasa.

En realidad, todo pasa en la vida, y las oportunidades también son pasajeras; se van y raramente vuelven.

Bien, Jesús se iba, pasaba. Le presentó la invitación, lo llamó; pero se iba, continuaba su camino, y Mateo no lo pensó dos veces: se levantó y lo siguió.

¿Hace cuánto tiempo que Jesús te llama y tú postergas la decisión de seguirlo? ¿Cuántas veces más crees que el Señor te va a esperar?

Recuerda que Jesús pasa. Y, aunque él te espera, la vida no lo hará; se irá, inexorablemente.

Acaba la primavera. Llegará el otoño; y después el invierno. Solo que, tratándose de las estaciones del año, tú sabes que la primavera regresará.

Pero, con el corazón humano no sucede lo mismo: cuando se endurece, se endurece para siempre.

Por eso, hoy, decide hacer lo que hizo Mateo. Recuerda: “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió”. Mateo 9:9.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo

Matutina del 12 de Agosto del 2011.

¿QUIÉN ES?
Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen? Mateo 8:27.

La noche estaba oscura; más oscura que nunca. Y había vientos fuertes, truenos y olas gigantescas:

todos los ingredientes necesarios para causar temor y llevar a la desesperación. Los seres humanos somos así.

La naturaleza pecaminosa nos lleva a buscar las tinieblas pero, al mismo tiempo, las sombras y la oscuridad nos atemorizan; corremos hacia la tempestad, pero nuestro espíritu huye de ella.

¡Incoherencias de la vida! Aquella noche, en el mar de Galilea, los discípulos creyeron que la muerte había llegado.

¡Pobres seres humanos! Jesús, la propia Vida, dormía en el barco, pero ellos pensaban que la tempestad traía consigo a la muerte.

Muerte y vida; vida o muerte. Son alternativas después de que el pecado entró.

Los discípulos corrieron en dirección de la vida, y rogaron a Jesús: “Despierta Señor, ¿no ves que perecemos?

Fue entonces que el milagro sucedió: Jesús ordenó que el mar se calmase, y la naturaleza obedeció.

Los vientos dejaron de soplar, el mar se aquietó... y el espíritu de los discípulos se inundó de paz.

Pero, al ver el hecho maravilloso, las personas se preguntaron: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?

¿Quién es este?” Era el propio Creador de los cielos y de la tierra.

¿Por qué su creación no se sujetaría a él? Pero, lo que me impresiona es que Jesús no realizó este milagro por medio de su poder divino.

Él era Dios; plenamente Dios y plenamente hombre.

Pero, al venir a la tierra, hizo un pacto con su Padre: en esta tierra, nada haría sin su consentimiento.

Por lo tanto, él no calmó la tempestad usando de su divinidad, sino por el poder que recibía del Padre, mediante la comunión y el compañerismo que vivía con él.

Jesús vino a este mundo no solo a enseñarnos que es necesario obedecer, sino también a mostrarnos el camino que nos lleva a la obediencia:

la sumisión completa a Dios; la entrega de la voluntad a él; la vida de comunión permanente con la Fuente de poder, que es Dios.

Por eso, hoy, no te asustes por causa de las tormentas que amenazan tu vida. Tu mar puede estar lleno de oscuridad, vientos fuertes y olas gigantescas.

¿Por qué temer? Busca el poder de Dios en oración, conversa con tu Padre, y después sal a enfrentar la tempestad, y verás cómo todo se aquieta.

Tal vez entonces los hombres digan también de ti: “¿Quién es este, que hasta los vientos y el mar lo obedecen?” Y tú responderás: “Es solo un hijo humilde, que busca al Señor todos los días”. Mateo 8:27.


Autor: Pastor Alejandro Bullón.
Del Libro: Plenitud en Cristo
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