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Matutina del 6 de Enero del 2013

Lecciones de Elías sobre la oración

Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto. Santiago 5:17, 18. 

Se nos presentan lecciones importantes en la experiencia de Elías.

Cuando sobre el monte Carmelo ofreció la oración pidiendo lluvia, su fe fue probada, pero perseveró en presentar su pedido a Dios. 

Seis veces oró fervientemente, y aun así no hubo señal de que su pedido había sido contestado, pero una fe vigorosa urgió su reclamo ante el Trono de gracia. 

Si, desalentado, hubiera abandonado a la sexta vez, su oración no hubiera sido contestada, pero perseveró hasta que llegó la respuesta. 

Tenemos un Dios cuyo oído no está cerrado a nuestras peticiones, y si ponemos a prueba su palabra él honrará nuestra fe. 

Quiere que todos nuestros intereses estén entrelazados con los suyos, y entonces podrá bendecirnos sin peligro, porque ya no nos atribuiremos la gloria cuando llegue la bendición; sino que daremos a Dios toda la alabanza. 

Dios no siempre contesta nuestras oraciones la primera vez que le rogamos, porque si lo hiciera, pensaríamos que tenemos derecho a todas las bendiciones y favores que nos concede. 

En vez de escudriñar nuestros corazones para ver si acariciamos algún mal o nos complacemos en algún pecado, nos volveríamos descuidados y dejaríamos de comprender nuestra dependencia de él, y nuestra necesidad de su ayuda. 

Elías se humilló hasta que estuvo en condiciones de no atribuirse a sí mismo la gloria. Esta es la condición por la cual el Señor escucha la oración: porque entonces daremos a él la alabanza...

Hemos de creer la Palabra de Dios, ya sea que exista una manifestación de sentimientos o no. Antes yo le pedía a Dios que me diera una sensación, pero ya no lo hago... 

Como Elías, vez tras vez yo presento mi petición al Trono de gracia; y cuando el Señor ve que advierto mi ineficiencia y debilidad, la bendición llega...

He entregado la protección de mi alma a Dios como un fiel Creador, y yo sé que él guardará aquello que le he entregado hasta ese día... 

Alabémosle con el corazón, el alma y la voz. Si alguno ha perdido la fe, que busque a Dios hoy. 

El Señor ha prometido que si lo buscamos con todo el corazón, será encontrado por nosotros –Review and Herald, 9 de junio de 1891; parcialmente en Confl icto y valor, p. 212.


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